Dusseldorf, 26 de noviembre, 1965. Galería Schmela. 52 segundos del artista Joseph Beuys en Wie man dem toten Hasen die Bilder erklärt (Cómo explicar imágenes a una liebre muerta). La filmación no tiene sonido porque no lo hubo y tampoco se deja ver público alrededor porque el que se había dado cita ese día frío en la ciudad partida en dos por el río Rin fue expulsado por el artista a la calle, la ñata contra el vidrio.
La filmación es en blanco y negro y en el pasaje del original a la versión digital para ser rescatada en ese archivo interminable que es YouTube se vuelve de una fragilidad que parece estar destinada a autodestruirse con cada play (como si recuperase su materialidad analógica de golpe). Una y otra vez, entonces, hay 52 segundos de Beuys, de ropa clara y la cabeza bañada en un brillo que se supone dorado, cargando el cuerpo de una liebre muerta a la que se explican las pinturas colgadas en la galería. Para la historia de la performance (aunque haya antecedentes) esta es la hora cero (o el grado cero con Barthes) y para la historia del arte deberán pasar los siglos para sopesar su relevancia aunque la acción dice mucho sobre el siglo XX, sus atrocidades y redenciones.
En Buenos Aires, en ese santuario glam que es la Fundación Klemm hay una de las pocas ediciones del traje de fieltro que Joseph Beuys (1921-1986) encargó a la galería René Block de Berlín en 1970. Ese oversize rústico no puede sino traer a la memoria otro, el que llevaba David Byrne en Stop Making Sense, el filme de Jonathan Demme que es, sí, el mejor concierto de música pop jamás filmado (su versión remasterizada de 2024 no hizo sino confirmarlo). La misma idea de “dejar de tener sentido” arrastra algo del 26 de noviembre en la galería Schmela de Dusseldorf, la misma ciudad que la liebre sin nombre (¿acaso el animal más protagónico del arte contemporáneo junto al tiburón australiano de Hirst?) y Beuys eligieron para morir. ¿Qué podía entender una liebre viva o muerta sobre la historia humana de las imágenes? ¿O será que el arte expandido de sus límites tal como lo entendía Beuys nos pone en ese estado como espectadores? Decir de una exposición del autopercibido chamán alemán que “me mató” o que “me morí” podría ir más allá de la metáfora, ojo.
Traje de fieltro (Felt Suit) ,1970.
Según la mitología autorizada, fueron unos campesinos tártaros quienes salvaron al piloto de la Lutwaffe (la aviación nazi) de morir congelado en una aldea de Crimea al arroparlo con fieltro y grasa tras estrellarse con su avión. Beuys entro así, un ex nazi, al fin, reconvertido en neodadaísta para sumarse al movimiento internacional Fluxus. Solo Yoko Ono, alcanzó mayor notoriedad por fuera del movimiento que el hombre de Dusseldorf al que vemos 52 segundos como lo vieron desde la vitrina de la galería Schmela los que estuvieron ahí.
La liebre como una metáfora del acto de pensar (solo ver los comentarios de YouTube para darse una idea de la intolerancia que el público tendría hacia una acción como esta). Spoiler: Beuys no mató ni se comió la liebre. Excavar la tierra para protegerse, como un reflejo de nuestra capacidad de introspección y la miel embadurnada para representar el pensamiento como sustancia. “El pensamiento humano también puede estar vivo, pero también puede ser mortal en su forma intelectualizante, incluso permanecer muerto y expresarse de forma mortal, por ejemplo, en la esfera política o en la educación”, palabra de artista. Off topic (o no): queda muy bien el video del 26 de noviembre con Lust for life (Lujuria por la vida) de Iggy Pop en auriculares.