Del statement del Prince Claus Fund en 2015: “(…) Etcétera es premiado por desarrollar prácticas artísticas participativas e intervenciones públicas en Argentina e internacionalmente; por su originalidad creativa; por su negativa a permitir la normalización de la injusticia; por insistir en relacionar la historia con el momento presente y las luchas locales con las internacionales; y por su profundo y responsable compromiso social y movilización de comunidades en Argentina y más allá”.
Acaso menos glamoroso también los puso en nómina la Fundación Konex en su lista de reconocimientos de la década 2012-2022. ¿Por qué tanta caricia a un grupo de arte callejero y activismo nacido para molestar? Una especulación. Etcétera fue un dispositivo emergente del colapso capitalista argentino que se volvió un tema de tesis para artistas y curadores europeos y el reconocimiento es parte de ese clima en el que también se involucraron la anti-globalista Naomi Klein (ver La Toma, 2004) y el Instituto Goethe con el Proyecto Ex Argentina que los incluyó en una muestra en el Ludwig Museum de Colonia (2004). Y fueron ellos quienes supieron formular una estética de la movilización pos 2001 con hitos como El mierdazo, durante la crisis de los ahorristas de 2001, y el controversial helicóptero de cartón al frente de la columna “errorista” en la marcha 24 de marzo de 2017. Antes, se encargaron de dar asistencia artística a los escraches y plantarse frente a formas institucionales (e intocables) de la cultura como la Feria del Libro y arteba.
El grupo fundado por Federico Zukerfeld (Buenos Aires, 1979) y Loreto Garín Guzmán (Valparaíso, 1977) es también una pareja que sigue la genealogía de Cancela & Mesejean y Mondongo cruzada con las de tantas otras parejas insurgentes truncadas por la orden de aniquilación de las dictaduras de Argentina y Chile. Como un micro manifiesto le dijeron a Cristina Civale en 2020: “Tenemos un pacto de por vida: nos une el amor, la poesía y la libertad; los tres preceptos del movimiento surrealista”. Entre la guerrilla y el arte contemporáneo, la pareja transandina eligió ser “errorista”, más cerca del situacionismo de Guy Debord y sin la problemática “t” que pos-2001 (del norte) se volvió un argumento sordo ya fuera esgrimido desde los fundamentalismos o la vigilancia y represión.
A fines de los 90, se sumaron como brazo estético a H.I.J.O.S en una acción legendaria como resultó el escrache al dictador Galtieri. Del mierdazo al helicóptero, los Etcétera condensaron el primer tomo de la Historia Argentina en el siglo XXI. Una venganza de las víctimas del saqueo neoliberal que a la vez confiaron en su sistema y el ingreso en el bazar patrio de un objeto volador que simboliza el "no va más" desde que los militares se llevaron pronto a Isabel Perón, al escape de De la Rúa observando desde las alturas los fuegos de diciembre. Siguiendo al surrealista Magritte, en Argentina un helicóptero no es (solo) un helicóptero. Los erroristas acertaron como artistas, pero no pudieron evitar que la restauración conservadora (hoy desplegada en su peor versión desde 1983) asumiera el lugar de víctima. El helicóptero como némesis del pacto democrático. Con la pandemia los escraches cambiaron de signo y hasta se formuló la existencia de un difuso “club del helicóptero”.
Etcétera avanza hoy en el proyecto internacional de un Museo del Neo Extractivismo nómade, mientras las marchas contra la motosierra (el objeto transfigurado que siguió al helicóptero) se han destacado por la ausencia notable de los artistas como proveedores de iconografía contestataria. Si hubiera que pensar en una sola intervención de este tiempo que haya puesto el ojo del arte en las movilizaciones habría que quedarse con la silla de ruedas inflable, gigante y multicolor instalada frente al congreso el 5 de agosto de 2025 para exigir el cumplimiento de la Ley de Discapacidad. Fue encargada hace unos diez años por un colectivo de discapacitados a un taller de Don Torcuato que se dedica al rubro sin ninguna vinculación con el arte, excepto cuando el pedido termine en una obra (han realizado inflables para Marta Minujín y Edgardo Giménez). Ante tanta anomia deberían pegarse afiches donde se lea: “Se buscan artistas para apoyar la movilización callejera, capaces de crear conmoción estética y discusión pública ante el desmantelamiento de lo que llamábamos Estado. Se buscan a quienes dentro de 15 años sean premiados por una trayectoria insolente, etcétera”. A lo sumo: esta sí que ex Argentina…
