Luego de quince años de trabajo en conjunto, Lolo y Lauti atraviesan el momento de mayor proyección internacional de su carrera. En marzo del próximo año, el dúo que combina artes visuales y performance, que hace rato estableció en la escena contemporánea argentina, inaugurará su primera muestra individual en un museo fuera del país: el Mattress Factory, en Pittsburgh, uno de los espacios más prestigiosos del arte contemporáneo en Estados Unidos.
Esto marca un nuevo hito en el recorrido de Lolo (Lorenzo Anzoátegui) y Lauti (Lautaro Camino), las mentes creativas que se conectaron por primera vez, casi por accidente, allá por 2011 en Buenos Aires, en una fiesta de amigos en común. Y que, al poco tiempo, se encargarían de revolucionar ferias como arteba.
Precisamente eso fue lo que ocurrió en la edición de 2019 con la performance Me huevo loca, presentada en la sección principal de la feria, donde un grupo de performers vestidos de amarillo y envueltos en mantas que remitían a un “huevo frito” se turnaban para dormir en el piso, llamando la atención de todos los visitantes. Algo que ya habían logrado un año atrás en el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, con la versión contemporánea en video de la ópera clásica Carmen. O en la misma feria arteba, pero de 2017, con la instalación-performance iSexy, donde cruzaban sexualidad, tecnología, espectáculo y cultura pop, un cóctel que marida muy bien con su propuesta.
Actualmente, esta usina porteña de performance, humor, video, instalación, escultura, fotografía, ópera y realidad virtual prepara dos ambiciosos proyectos escénicos. Por un lado, una coproducción internacional entre la Universidad de California (UCLA) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con la profesora Bárbara Fuchs a la cabeza, en la que adaptarán una obra del Siglo de Oro español. El otro desafío es más a largo plazo: en 2027 estrenarán una ópera contemporánea en la Americas Society de Nueva York, en el marco de una muestra dedicada al universo de las telenovelas.
Luego de haber presentado por segundo año consecutivo El gusanito, su versión escénica del disco de Jorge de la Vega, el dúo se reencontró con lo que más le gusta: el ensayo, la función, la adrenalina del presente compartido con el público. “Sea performance, sea ópera, sea teatro —nosotros tampoco tenemos esas diferenciaciones muy claras, y no por hacernos los cancheros, sino porque realmente no las sabemos—, hay algo de adrenalina que no está presente en la exhibición de objetos o videos”, resume Lolo.
—Llevan 15 años como dúo. ¿Cómo manejan las tensiones lógicas de la parte creativa?
—Lauti: Las peleas las tenemos superadas, vamos a terapia de pareja y no dejamos que crezcan.
—Lolo: Puede haber tensión, sí, pero no llega a pelea.
—Lauti: Se pone agitado a veces, pero no dejamos que traspase al ámbito personal. Eso lo aprendimos con el tiempo. Después, en lo creativo, creo que tiene muchas cosas positivas trabajar de a dos. A veces te da bronca, como cuando Lolo me bocha una idea que me encanta. Pero, por otro lado, generalmente el tiempo le termina dando la razón a la persona que lo bochó. Nos pasa a los dos, a él también. Hay algo que es frustrante en el momento, pero también ayuda muchísimo y ahorra un montón de tiempo. Cuando llegamos a una muestra, por ejemplo, yo tengo cero nervios porque ya la hablamos tanto. Trabajar de a dos no es lo mismo que estar encerrado en tu estudio por meses y de repente salir a mostrarle algo a tus amigos, que nunca van a ser muy sinceros. No sirve de mucho eso. En cambio, entre nosotros está ese primer momento y siempre hay sinceridad. Está bien cortar las cosas de entrada. Por eso cuando inauguramos una muestra tengo ansiedad y todo, pero nunca estoy nervioso. En cambio, con una ópera, con algo escénico, no me puedo dormir. Supongo que eso es lo que estoy buscando, lo que me gusta.
—Lolo: Creo que lo tenemos automatizado, también, porque son muchos años. Pero hay algo que no cambió desde el principio y es que los dos confiamos mucho en el criterio del otro. A mí me pasa que el único criterio que me importa es el de Lauti. La única opinión que me importa, a la larga, es la de Lauti. Cuando trabajás solo, siempre hay una opinión imaginaria a la que le estás hablando o proyectando. En cambio, con nosotros es muy simple eso porque hay una persona real del otro lado. Esa opinión está desde el primer momento. Las ideas siempre son fruto de una relación muy larga y de compartir todo. Las ideas se retroalimentan constantemente en nuestro caso. Por supuesto que somos dos personas distintas, con gustos distintos en algunos casos. A veces pasa que uno tiene una idea y piensa: “Ay, esto le va a encantar a Lauti”. Y no le gusta. La mayor desilusión para mí es esa, que no le gustó a Lauti, no es que esté mi ego herido. A nosotros nos funciona. También está muy bueno porque un poco renunciás a esa idea de que tus ideas son perfectas así como son.
—Lauti: A nosotros nos pasó no bien arrancamos, en 2012, que hicimos una obra en colaboración con un artista de afuera, que la verdad que ni lo conocíamos. Estaba todo bien por mail, pero después, cuando llegó, chocábamos muchísimo. Una vez nos dijo eso, que las ideas son perfectas tal cual son. Y a nosotros nos quedó muy marcado porque no eran perfectas.
—Lolo: No, eran una porquería sus ideas. Hay algo de humildad en esto de trabajar de a dos, porque siempre estás adaptando tu idea a la del otro. Que no es renunciar ni sacrificar nada. Los dos creemos que las ideas son más fuertes cuando son en conjunto. Cualquier cosa es más fuerte o mejor cuando es de a dos. Y sí, obvio que hay tensión todo el tiempo, pero es una tensión necesaria porque pone en duda las habilidades de una obra. Y eso es lo más importante. Es como que nuestras horas están pre-testeadas.
—Lauti: Creo que esa tensión la tiene un artista que trabaja solo, también. Tenés esa duda. ¿Será una cagada esto que estoy haciendo?
—Lolo: Cuando trabajás solo, esa duda se extiende hasta el momento de la exhibición. ¿Qué va a opinar el primer ser humano que vea esto?
—En otra entrevista dijeron que el arte contemporáneo les permite eso: que las ideas estén al frente.
—Lolo: Obvio, elegimos una práctica que es muy flexible y muy colaborativa también. Los dos estudiamos cine y tenemos esa mentalidad con todo. El cine es un ejemplo muy clásico de una obra colaborativa. Todo el mundo sabe que una película no la hace el director, no la hace una sola persona, jamás, porque sería imposible. Es el fruto de un equipo, de un montón de ideas conviviendo, adaptándose y complementándose. Intentamos llevar eso a todo lo que hacemos. No intentamos, es nuestra manera de pensar las cosas, colaborativamente. Nosotros dos y nuestro equipo extendido, que es enorme y que trabaja con nosotros desde hace un montón. Confiamos en sus criterios, en sus ideas, en su talento y en sus habilidades.
—Ahí es donde los límites se ponen difusos. En el cine tenés que saber hacer de todo.
—Lolo: Exacto. Lo que tiene también el cine es que se tarda mucho en hacer las cosas. Son procesos lentos y nosotros somos gente muy ansiosa. Tenemos una necesidad de hacer muchas cosas y nos cansan las cosas viejas que hicimos. Vamos cambiando mucho de gustos y el cine es un proceso muy largo. El arte nos permite no solo hacer cosas más rápido, sino también más chicas. El videoarte tiene esa maravilla.
—Lauti: Un plano es una obra.
—Lolo: Claro. En el cine ya sabemos que una película es una colección de un montón de planos. En el videoarte la obra puede ser un solo plano. Y eso es, para nosotros, otra manera de entender el cine. Y otra manera de entender de dónde venimos, lo que hacemos y lo que nos gusta, de vuelta, con la mayor flexibilidad y libertad posible, que es la que permite el arte contemporáneo.
—En estos tiempos de polarización política, ¿piensan que el arte debe tomar posición?
—Lolo: El arte es siempre político porque el arte, en sí, crea a su alrededor una esfera social. El arte es un gran generador de comunidades y de apoyo. Históricamente, la situación política en Argentina es de crisis constante y eso es lo que hace al arte argentino tan potente y tan increíble. Es un arte que sucede constantemente a pesar de las crisis. Es también su mayor habilidad. A nosotros nos pasa eso con la Argentina, el arte argentino es siempre nuestro arte preferido. Nos parece lo mejor que se produce mundialmente porque no tendría que ocurrir siquiera con la situación que vivimos constantemente y, sin embargo, es cada vez mejor. Y esa comunidad es cada vez más rica y se renueva con gente increíble constantemente.
—Lauti: Creo que participando en esas comunidades está la expresión, la postura de cada uno. Hagas lo que hagas, si participás por ejemplo de un lugar under, estás en una comunidad con una inclinación. Es medio cursi lo que voy a decir, pero pienso que el arte tiene el poder de hacer sentir, de hacer pensar al espectador. Pero de hacer sentir, sobre todo. Me pasa con mi mamá, por ejemplo, que me dice: “No lo entiendo”. Y yo le digo: “Bueno, pero no lo tenés que entender”. La gracia, justamente, es que es algo que pasa por otro lado. Creo que hay muchísimas maneras en las cuales uno puede expresar su postura ante la política, ante la vida, ante todo, que no necesariamente es una bajada de línea en la obra.
—Lolo: No es algo didáctico.
—Lauti: Claro, exactamente. No necesitás salir con un cartel que diga, no sé, “no desfinancien el HIV” para expresarte al respecto.
—Lolo: Además, el arte es un terreno muy poético. Y tiene que ver con una expresión poética de esas comunidades, del pueblo, de la política. Al final del día, el arte es arte también. Y siempre es político.
—Lauti: La gracia de la escena porteña es que tiene un underground muy fuerte, que aparte está en contacto con el mainstream, y que por toda esta ebullición constante no para de organizarse, de producir. Vos levantás una baldosa acá en Buenos Aires y hay una galería.
—Lolo: Es hermoso.
—Lauti: Eso nos parece espectacular y es algo que no conocemos en otra ciudad.
—Para seguir con la coyuntura, ¿tienen una opinión formada respecto del arte y la Inteligencia Artificial?
—Lolo: Sí, pero no estamos muy de acuerdo.
—Lauti: Yo pienso que es una herramienta muy útil, pero no para la creatividad. Es más bien para cosas paralelas que uno necesita para la creatividad. Está basada en datos y en cosas preexistentes, entonces no crea cosas desde cero, que es lo que puede hacer el humano. Por ejemplo, para las aplicaciones a diferentes museos y programas, que son una pesadilla, son horas y horas. Eso que llaman aplicación es trabajo no pago, es lo peor. Para eso, es una herramienta que te ayuda a desarrollar un texto. No lo puede escribir por vos, porque si le decís que lo escriba por vos, te hace cualquier cosa. Pero cuando vos le ponés un párrafo y le decís: “Acá me gustaría tirar una onda un poco más…”, te da una opción. Quizás me quedo con una oración o a veces con un párrafo entero, me parece una herramienta utilísima. Pero es eso, una herramienta. Como puede ser para generar imágenes. Si necesitás hacer un storyboard y en vez de dibujar unos palitos querés hacerlo con IA, bueno, la verdad es que los resultados son… random, por decirlo de alguna manera. Ahí no me parece tan útil.
—Lolo: No dibujamos el storyboard con IA.
—Lauti: No, no dibujamos el storyboard con IA. ¡Lolo está totalmente en contra!
—Lolo: Me parece una ridiculez. Primero, es lo mismo que googlear, le cambiaron el nombre a algo que ya existía. Y después, obviamente, entiendo el aspecto más funcional: ciencia, matemáticas, medicina. Eso lo puedo entender, por supuesto, como una evolución de la tecnología, de las computadoras, que son máquinas de hacer cálculos. Está buenísimo que eso crezca cada vez más. Pero aplicarlo a cosas creativas me resulta gracioso, simplemente. Es como pedirle a tu calculadora que te dibuje un caballo. Es gracioso. Y tal vez en 100 o en 50 años, no lo sé, ese tipo de cosas tengan sensibilidad. Pero hasta que no tengan sensibilidad, hasta que no estemos hablando de un ente artificial con sensibilidad, me parece una pérdida de tiempo.
—Lauti: A mí, visualmente, me parece horrible.
—Lolo: Y bueno, ¿qué se puede esperar de una calculadora haciendo arte? Ahora, ¿es interesante? ¡Seguro que sí!
—Lauti: Súper, pero no es algo que a nosotros nos interese en particular.
—Lolo: Está bueno que haya gente que lo aplique para el arte, también, seguro que hay cosas re buenas hechas.
—Lauti: Siento que es una obsesión más de hombre heterosexual…
—Lolo: Y como herramienta, por ahora, la veo incompleta. Insuficiente.
—Lauti: Es como cualquier herramienta. Si agarrás un bisturí y le decís “operame” no te va a operar, necesitás un cirujano. Hay una confusión en la gente que cree que puede reemplazar el proceso creativo con Chat GPT. Los resultados están a la vista. Lo veo en publicidad, más que nada.
—¿Hay una estética de la IA?
—Lauti: Sí, claro. Y lo que también me da pena es que veo cómo el desempleo va llegando a sectores más cercanos a nuestras personas.
—Lolo: Pasa algo con la evolución de estas cosas. Obviamente, ahora no está en el mismo lugar en el que estaba hace tres años. Lo digo creativamente también. Es interesante verlo desde afuera.
—Lauti: También creo que los estándares de la sociedad están cada vez más bajos. Hay una publicidad de Coca-Cola que está toda hecha con inteligencia artificial y la ves y es una locura. El camión en un plano es de una manera y en otro plano es de otra manera. Todo cambia todo el tiempo. Los estándares están bajos, parece que vale todo, lo único que importa es ahorrar guita.
—¿Creen que eso puede generar un cambio en la relación del espectador con el arte?
—Lolo: Seguro. Es como tener una cámara en tu teléfono. Hay un acceso a los modos de producción que está re bueno y así se aprenden un montón de cosas. Pero siempre tiene que haber alguien interesado detrás.
—Lauti: Siento que está en una etapa muy inicial. Me parece que es una tecnología muy fuerte, gratis, al alcance de la mano, y no veo que eso vaya a ser algo para siempre. Todavía no entendemos bien el alcance de la IA en la sociedad y menos en el arte. Y el arte es lo que menos me preocupa porque siento que ves una obra y sentís algo que no creo que la IA pueda reemplazarlo.
—Lolo: El arte, sea bueno o malo, siempre tiene que ver con la experiencia personal, siempre tiene que haber una visión del mundo. Pedirle eso a una máquina es un poco mucho. Obviamente, se puede imitar eso, pero es tan claro cuando lo ves. No hay proceso de identificación desde el público, tampoco. Pero bueno, tal vez en el futuro también haya un público artificial. No sabemos cómo va a ser ese espectador en el futuro.
—Por último, el humor es clave en su obra, ¿qué es lo que los hace reír?
—Lauti: ¿A mí? Lolo.
—Lolo: Si lo tuviera que definir, creo que lo ridículo del espectáculo. Pero no digo ridículo como algo malo, sino como algo maravilloso. Eso no nos deja de hacer mucha gracia. Hollywood, por ejemplo, y esa producción de películas tan malas, a veces. Hay una fascinación por el mundo del espectáculo que nos da gracia. También la televisión de todas épocas. Y van apareciendo cosas nuevas que nos vamos compartiendo. Ahora mismo estamos viendo una serie de abogadas con Kim Kardashian.
—Lauti: Sí, All’s fair. Buenísima.
—Lolo: Es tan, tan mala, que es maravillosa.
—Lauti: Igual a mí me enoja un poco, me enojo conmigo, no es exactamente lo que me hace reír. Esto también es medio cursi, pero a mí lo que más me gusta en la vida es reírme. Mi prioridad número uno es pasarla bien en el día a día y es un esfuerzo que uno tiene que aprender a hacer. Creo que por eso el humor está en nuestra obra, porque hacemos el esfuerzo de pasarla bien, está permeado ahí. Lo más lindo es reírse.
—Lolo: No nos gusta el arte serio, ni el arte aburrido. A nosotros siempre nos gusta que la experiencia esté acompañada por una sensación de celebración, de risa.
—Lauti: Volviendo un poco al asunto de la posición política, creo que el humor es una herramienta mucho más fuerte que la solemnidad para hacer una crítica. Cuando te reís, bajás las defensas y de repente te entran unas balas. Con el humor podés tocar temas de los que te reís y al rato decís: “¿De qué me estoy riendo?”. Sin humor, no es tan fácil bajar la defensa del espectador.
—Lolo: El humor es una manera más fácil de sentirte parte del problema.











